El martes 21 de enero el astrofísico inglés Steve Fossey impartía una clase práctica de observación astronómica a un grupo de estudiantes (Ben Cooke, Tom Wright, Matthew Wilde y Guy Pollack) del University College de Londres (UCL). Como suele ser típico en la capital inglesa el cielo se encontraba bastante encapotado, pero aún así pudieron apuntar el telescopio automático de 35 cm del Observatorio de la Universidad de Londres a la famosa galaxia M 82. Localizada a 12 millones de años luz de nosotros, sobre la constelación boreal de la Osa Mayor, la galaxia M 82 alberga un intenso brote de formación estelar.
Como consecuencia de esta frenética actividad, M 82 posee unos chorros de gas caliente que se escapan de la galaxia. Por lo tanto, no es de extrañar que los estudiantes de Fossey eligieran este objeto para su clase práctica de astronomía. Mientras centraba el campo, Fossey observó que la galaxia tenía una estrella brillante que nunca antes se había observado. Dicha estrella aparecía también con otro de los telescopios del observatorio. Como las nubes estaban cerrando el cielo, rápidamente tomaron unas pocas imágenes en varios filtros. El análisis no mostraba duda: acababan de descubrir una supernova en la galaxia M 82.
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